En cuanto zanjamos el peculiar y ferroso "camino" por llamarlo de alguna manera ,plegamos de las tierras sureñas y subimos al reino de las grandes alturas en busca de algo más de fresquito. Ni con suerte encontramos lo que buscamos y en las orillas del Cinca, donde quizá se podría sufrir algo menos; están abarrotadas en todo su largo de gente. Seguimos para arriba y antes de tiempo entramos en la trasera de Ordesa, el verde y vertical valle de Pineta; viendo desde la terraza del tranquilo refugio los montañones entre los que están nuestros dos próximos objetivos. El día llega a su fin bien temprano después de las tareas previas, con mucho aire y dando al olfato que se avecina "movida" de los cielos..que nos va a tocar "poner las calles".
Cuando son las horas más oscuras, que coinciden con las más frescas y agradables, después de "la juerga del cielo" empiezo la danza ya arreglado nada más salir del catre; mientras hay quien remolonea y acaba levantándose, no con el pie izquierdo pero si entre alguna queja de poco fundamento. En un "ti-ta" tenemos recogido el txiringito y dando el tiempo justo para corriendo echar al "depósito" una barrita, arreamos hacia lo más profundo del valle de Pineta. Entre negros parajes y sin un alma a estas horas que las recorra, nos abrimos camino a "andanadas" de potente luz de los faros hasta irrumpir en las afueras del "apagado" refugio de Pineta.
Sigilosos y sin demora saltamos a escena, alumbrados con solo las luces de los frontales. Envueltos por un ambiente fresco, tras poner un poco de protección contra sus temperaturas y rematar el acicalarse ; emprendemos la andanza hacia dos de los lejanos grandes de la zona.
Paseando entre oscuros parajes unimos "sin despeinarnos" el refugio de Pineta con la desolada Pradera; en la que nos encaminamos, poniendo un poco de pendiente y en soledad , hacia el famoso balcón de Pineta por el camino de Marboré bajo el cobijo de los últimos arbolados del valle ... |
Mostrándose un espectáculo de luces tras la "cuadrilla" de grandes cumbres de La Munia ... |
... rodeados de un entorno alpino que pone la vertiente N del Pico Añisclo, sin faltar algo de colorido de los lirios ... |
... yendo a parar bajo las verticalidades del piramidal pico Pineta, a cuyos pies una manada de sarrios campan a sus anchas ... |
... hasta llegar con no poco esfuerzo y sudor a uno de los grandes miradores de la zona; el Balcón de Pineta, dominando casi al completo sobre el bonito valle. |
Viendo todavía en la lejanía los dos Astazus hacia los que nos dirigimos ... |
... llaneamos entre el caos rocoso de las planas de Marmorès tras una cuadrilla de corredores, sufriendo lo de todos solo uno con la lengua fuera, bajo la N de las tres Serols ... |
... apareciendo a orillas del cautivador Ibón de Marbore, donde ponemos todas las cartas sobre la mesa y abortamos "misión" a los Astazus. Pero el tema no se acaba todavía. |
Guardadas las espaldas por los más grandes del lugar, atacamos en tieso caminar la muralla Sur de la frontera por una vira pedregosa y ligeramente verdosa ... |
... en la que se esconden bonitos tesoros en forma de Edelweiss .. |
... y encaminados por algunos hitos sobre el rocoso terreno, echando algo de manos fácilmente por la rugosa y agrietada caliza ... |
... salimos a lo alto de la cresta, viendo las alturas de la zona de Gavarnie y Estaubé. |
A caballo entre Francia y España, con el circo de Estaube por allí y el de Marbore por acá, cresteamos la línea SO salvando algun profundo agujero y alguna que otra trepadilla ... |
Foto cimera en el Pico/Marmorès de Pineta (2861 m). 👆 y Edu. |
... lanzándonos a ritmo ligero sobre nuestros pasos a favor de las tiesas laderas fronterizas, cayendo hasta casi tocar fondo en Marbore ... |
Gente y más gente que no para de subir, es lo primero que vemos cuando marcamos el destino final en el fondo del valle; así pues agiles para esquivar al personal y cuidadosos de no lanzar ningun piedra, metemos la directa y descendemos la tremenda y disfrutona rampa del balcón "levantando polvo" a nuestro paso, estando de vuelta en el refugio de otra carrerita vertical a una solitaria cima en un entorno tan masificado, justo a tiempo para sentarnos plácidamente a la mesa. |
🗻Del Rìo🗻
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