sábado, 29 de octubre de 2016

La CURA de las VACAS casi erradica el mal

En esta vida siempre dicen que mas vale tarde que nunca y que lo bueno siempre se hace esperar, y servidor derrochando humildad, pues ha hecho esperar "de lo lindo" al amigo "palentino de adopción";  así pues con "la miel en la boca ya" le ponemos  una fecha fija y bien remarcada en el calendario, para "asaltar" la montaña palentina con la intención de conseguir la cima del afamado... Curavacas .

"Preliminares" en papel y bolí.
El tiempo pasa rápido y sin darnos cuenta la fecha esta a la vuelta de la esquina; con que a ultima hora conseguimos hueco para dormir, en lugar caliente que eso de sobar en un refu libre habría sido toda una odisea,  y nada mas queda ultimar el equipaje para asaltar nuevos terrenos por las montañas palentinas... pero la codicia se apodera de mi y pongo la mirada en la zona leonesa de Picos de Europa (Que las primeras por pirineos me hacen desechar esta opción, y mas en solitario).
Con todo detalle, algo de prisas y con ayuda de algun dominador del terreno; me monto un plan montañero-turístico por la zona de Caín incluyendo montaña( es la principal motivación), turismo y relax en un par de días.

Claro esta que los planes sobre papel siempre salen "a pedir de boca", pero esta un gran factor que parece que viene con "mal humor" a chafarnos un poco los planes. La meteo que esperamos no es la mas deseada, pues se acercan días de chubascos y  Tª de "helarse un poco el moco". 
Pero ante todo pensar en lo bueno y de una manera u otra los disfrutaremos... primero en buena compañía por Palencia y después en solitario por Picos de Europa.


Adiós a las montañas navarras.
Llegado el día, la mañana se presenta movidita con mil cosas para hacer y no todo, pero si casi todo por preparar. Mas vale que con calma y buena letra todo sale adelante; sin problemas y mas o menos como esta planeado me encamino hacia Palencia, despidiéndome de estas nuestras queridas montañas pero siendo acogido por otras.

Atravieso mil lugares nuevos para mi que me encandilan con sus imponentes alturas, y con la suerte de ser guiado por "el tonton" acabo por el buen camino llegando a Palencia; encontrando al compañero sin problemas.
Con el compañero sobre Palencia.
Como ya nos queda poco de día hacemos una visitilla turística a Palencia , aprovechando mi único día en "la civilización". Primero subimos al tremendo Cristo del Otero, con vistas sobre toda la ciudad, y acabamos con una visita al centro; paseando por una antigua cañada real hasta llegar a la poco conocida catedral de Palencia, plagada de un centener de cigüeñas, y al final acabamos en un par de bares, rematando la tarde. 
Ya de noche hacemos las tareas de abastecimiento, siguiendo con una buena cena del chef. Después de mirar la meteo y rematar el plan, nos vamos a dormir que mañana arrancaremos bien temprano.

Catedral de Palencia y sus numerosos inquilinos.

Ni de vacaciones ni de invitado se libra ya uno de “echar las calles, con el cielo más oscuro que el tizón y las legañas aun pegadas. Llenamos el maletero de equipaje, que parece que nos vamos de casa, y nos ponemos en marcha desde la capital palentina.

Recorremos las oscuras y solitarias llanuras de Palencia dejando tras nosotros un sinfín de pueblitos hasta llegar a Cervera, donde aparte de no conseguir pan, un cielo grisáceo hace acto de presencia y nos vemos inmersos en la salvaje montaña palentina.
Primera toma de contacto con el objetivo,
Curavacas.
Nos adentramos en “el corazón” de las montañas, viendo como el termómetro cae en picado y teniendo que esquivar alguna vaca suicida, hasta que por fin ante nuestros ojos aparece una gran mole, tapada en su parte alta y con un característico color verdoso en su roca; haciéndonos saber que estamos frente a nuestro ansiado objetivo. 
Sin perder tiempo pillamos hueco en Vidrieros y cogemos fuerzas con algo de desayuno, y acabamos por echarle valor a salir de auto para dar comienzo a la ascensión al *techo de Palencia*.

Curavacas (2520 m) desde Vidrieros

Ascenso por la montaña palentina sin grandes dificultades técnicas,pero con alguna trepada, fuertes pendientes y un terreno incomodo. Material de Trekking. Sin fuentes. Datos: 9'8 km ; 4h 48 min ; ± 1200 m


A tope de fuerzas pero algo desanimados por el panorama, 
nos ponemos en planta ...
... para fijar nuestra mira,
 en la cubierta cima del Curavacas ...
... y  ascendemos sin descanso, rodeados de arboles y matorrales ...
... hasta los pies de la gran cima palentina.
El terreno se vuelve "peleón", y toca "apretarse las tuercas" para ir ganando altura por la ladera sur ...
... dejando tras nosotros el multicolor Valle del Carrión, 
del que disfrutamos ...
... hasta que la niebla nos enguñe por completo.
Con un ambiente gris solo nos queda seguir con la faena, en una penitente subida por el callejo grande ...
... entre niebla, grandes rocas y afiladas agujas ...
... acabando por trepar la verdosa roca del Curavacas ...
... hasta salir a la arista cimera, en la vertiente N.
Con un ultimo esfuerzo por la arista y entre la espesa niebla ...
... conquistamos *el techo palentino*, 
Curavacas (2520 m).
Foto del "dúo dinámico" en la cima de Curavacas (2520 m).


Después de disfrutar como nunca de las vistas, incluyendo la catedral de Burgos ...
... con delicadeza nos encaminamos hacia "las limpias bajuras" ...
... porque en las alturas, esta claro que disfrutar poco ...
... aunque de buena manera le pillamos la vuelta,
saboreando un rico almuerzo.
Como balas seguimos con la bajada, por el ahora disfruton canchal ...
... y habiendo salido de las nieblas,
nos deleitamos con bonitos rincones ...
... finalizando ,"victoriosos" y sin catar ni una gota, nuestra conquista por las montañas palentinas.

El lujoso restaurante,
 a los pies de la montaña Palentina.
Con el objetivo conseguido y una tremenda alegría que nos recorre las venas, nos damos el lujo de un refrigerio en el barillo del pueblo, donde una lugareña nos cuenta algunas historietas del lugar, hasta que se nos hace la hora de comer.
Para nuestra desgracia ahora sí que llueve, y nos toca buscar un lugar a cobijo para degustar las  alubias “caseras de la abuela”; y conseguimos el lugar idílico en una parada de bus a los pies de las montañas. Tras el gran festín ponemos rumbo al albergue, pensando únicamente en la renovadora ducha caliente que nos espera. 

Poca suerte en la recolecta de setas.
Aun con toda la tarde por delante y todos los deberes terminados, tenemos tiempo para todo así que antes de visitar Velilla; nos adentramos en un pinar en busca de setas. No hace falta decir que salimos con las manos vacías, por lo menos de buenas setas, y eso si los pies bien calados. 

Ruinas del puente romano de Velilla.
Terminado el paseo micológico nos vamos a Velilla del Rio Carriona para hacer un poco de turismo. En un corto paseo vemos las ruinas de un puente romano, el centro de interpretación de la trucha y las fuentes tamaricas, con tres bonitos arcos. 
Para rematar la visita no podía faltar conocer el mítico lugar que todo buen pueblo tiene, el bar para estar de relax hasta la hora de cenar.
Llegada la hora, la tranquilidad desaparece y un tremendo barullo nos acompaña durante toda “la presidiaria cena”; que una vez terminada y sin mucho hacernos derogar nos vamos a sobar que aunque mañana no sea jornada montañera, la aprovecharemos.
Fuentes Tamaricas en Velilla del Rio Carrion.
Escueto desayuno en el albergue.

Sin excesiva temprania nos ponemos en movimiento, en un albergue aun inmerso en los sueños, y por ir tan deprisa, tenemos que esperar para tomar el pobre desayuno que nos ponen.

Como el tiempo no acompaña mucho por la montaña, entre lloviznas nos alejamos de ella hasta la zona de Aguilar de Campoo, donde el tiempo tiene mejor pinta. Tras reservar para una buena comida, nos acercamos a Villaescusa de las torres para dar un paseíto matutino por “la ciudad encantada” de Las Tuerces.



Paseo por las Tuerces 

Paseo mañanero y muy corto por el curioso paraje de Las tuerces, recomendable para hacer en familia.Sin material especifico. Datos: 4 km ; 1 h 25 min; ± 300 m


Con un día de categoría, ponemos dirección ascendente a la meseta de Las Tuerces ...
... dejando a nuestros pies  el valle del Pisuerga.
Con un pequeño esfuerzo, llegamos a la parte alta ...
... donde las bonitas formaciones nos maravillan ...
... y nos adentramos por sus laberínticos caminos ...
... hasta dar con la joya de la corona, "La mesa de las Tuerces".
Aun nos "perdemos" un rato por estos lares ...
...encontrándonos rincones preciosos, 
repletos de roca y vegetación ...
... y disfrutando del inusual paraje de Las Tuerces ...
... del que nos despedimos,atravesando los estrechos caminos  esculpidos.

Basílica de San Miguel.
Finito el paseo, nos sobra tiempo aun para comer, así que nos metemos en el medieval pueblo de Aguilar.  
Para hacer hambre asaltamos primero el derruido castillo, desde el que dominamos sobre todo el pueblo, las llanuras que lo rodean y la curiosa meseta de las Tuerces. Luego ya seguimos por más llano en la parte vieja del pueblo, donde visitamos la enorme colegiata de San Miguel. 


Castillo medieval de Aguilar.





















La hora llega rápida, y con bastante hambre nos plantamos en la posada del Monasterio de Santa María La Real, donde degustamos unos elaborados y sabrosos platos que ponen la guinda a un tremendo finde.

Con el buche lleno y la modorra asomando, toca regresar a Palencia para dejar al pinche en su casa; y un servidor tras despedirse, poner rumbo solitario a Picos de Europa.

Los picos me dan una preciosa bienvenida.
Guiado por el “tonton parlanchín”, surco las llanuras  hasta adentrarme de nuevo en las montañas palentinas; que sin esfuerzo atravieso, pasándome a tierras leonesas. Las carreteras se angostan, las curvas se acentúan y de pronto tras un pestañeo; el paisaje da un cambio radical y ante mí se erigen los rocosos y verticales paredones de Picos, en el aislado valle de Valdeon. Ya en el valle sigo el cauce de las aguas del Cares, llegando con las últimas luces al encantador pueblito de Caín.

Lo justo me acomodo en  los aposentos y ya tengo la hora de cenar, esta vez una señora cena con la que se disfruta. Sin mucho que hacer me piro “al catre” con solo una cosa en el pensamiento… ¿Cómo amaneceremos mañana?

Con los últimos instantes de oscuridad, “abro los ojos” y me pongo en planta para ir a mirar el cielo lo primero de todo y… SORPRESA!!!! No llueve y el cielo, aunque no está limpio, da buenas sensaciones. Rápido y motivado cojo fuerzas con el desayuno y preparo los últimos detalles de la mochila, sin olvidar lo más importante de ir al monte, decidido a subir a Collado Jermoso.
El día aunque malo, no es para tanto.
Con un corto paseo en coche me aproximo a Cordiñanes, donde la realidad se vuelve otra con las alturas rebañadas en nieblas. Aun así nada es capaz de amedrentarme ya y me enfundo “las bambas”, dispuesto a darle caña a este terreno alpino…







Cordiñanes hasta Collado Solano, camino de Collado Jermoso.

Duro paseo por Picos, en dirección a Collado Jermoso, con pendientes exigentes y constantes. El primer tramo resulta vertiginoso, aunque esta equipado con pasamanos. Material de Trekking. Datos: 8 km ; 2 h 59 min ; ± 800 m.


Desde el primer momento las alturas tienen una pinta poco apetecible ...
... pero sin dudarlo pongo rumbo ascendente, hacia los contrafuertes rocosos...
... hasta encontrarme el colgado sendero de "La rienda".
Con todos los sentidos, atravieso sin problemas el abismal camino ...
... saliendo a la otoñal canal de Asotín ...
... por la que sigo subiendo, por terreno "pindio" entre el bonito hayedo ...
... terminando por desembocar en la vigilada Vega de Asotín.

Tan bien vigilada esta la Vega, que su "imponente guardián" me pone las cosas difíciles; pues cada vez que me acerco a la zona del ganado, galopa como loco hacia mi, poniéndome los pelos de punta. 
Pero uno que es terco de narices, no deja de intentar ponerle remedio, pues no tengo intención de detener mi marcha aquí...

... y en un descuido le pillo la vuelta, subiendo por el cascajo ...
... prosiguiendo con mi tieso camino por la canal del Solano ...
...  hasta su collado, donde veo unas alturas llenas de niebla ...
... y decido disfrutar de las vistas, dejando las alturas para otra ocasión .


Sin perder un segundo, abandono las alturas de picos, evitando alterar al perrillo ...
... y en lugar seguro y tranquilo, me doy un merecido almuerzo...
... para seguir con la bajada a toda mecha por el sendero de La Rienda ...
...terminando sano, salvo y seco
el bonito paseo por Picos de Europa.

Con el abortado paseíto ya  a las espaldas, aun  me queda un poco de mañana  y me doy “un garbeo” por Posada de Valdeon; donde salvo una curiosa fuente, la iglesia, algún hórreo y un alejado centro del Parque Natural, poco más veo en él.

Iglesia de Posada, con los picos cubiertos de nubes.

“La hora acaba por pisarme los talones” y con todo el campamento me voy al singular mirador del Tombo, donde lo despliego para disfrutar de la comida con bonitas vistas hacia el valle que dibuja El Cares y de la Canal de Asotín, por la que antes iba cual cabrilla. Justamente terminar y empieza una ligera llovizna, que a mi si me hace moverme ligero para recoger toda la cacharrería. 
Lo justo hace asustar las cuatro gotillas, pero ya me doy en retirada al albergue para relajarme con siesta y todo incluido.

Vistas sublimes para la comida, en el mirador del Tombo.

En el Cares, por segunda vez este año.
La jarda, seca ahora.
La cena aún queda lejos y como aun con ganas de moverme, me voy a dar un paseíto por Caín y alrededores.  Primero remonto las aguas del Cares hasta la seca surgencia de La Jarda, que en sus momentos de esplendor tiene que impresionar; y de ahí media vuelta “arrastrado por El Cares” deambulo un poquito por las callejas del pueblito y tras ver la surgencia del molino, en pleno pueblo y casi siempre activa, continuo en paralelo al cauce llegando al inicio del afamado desfiladero, nada más por recordar buenos y lluviosos momentos.  

Ya nada queda para ver en las cercanías, así pues me aprovisiono bien en el pueblo y me tomo algo fresco en compañía de los hospederos, con los que entablo una entretenida conversación de la que saco buenas y bonitas ideas para una futura incursión a los salvajes picos, y esperemos que no muy lejana en el tiempo.
El estar entretenido, me hace “matar el tiempo” hasta dar la hora de cenar. Acabo saciado, pago mis deudas y rápido a la cama; que mañana queda lo más duro, la vuelta.




Amaneciendo antes incluso que el gallo, cargo todos los titos bajo la lluvia, y entre penumbras me despido del precioso valle de Valdeon; en la que ciervos y algún zorrillo salen “a despedirme” ya de camino.


La noche va quedando atrás al igual que los bonitos picos de Europa, y para la hora del desayuno estoy ya en la montaña palentina. Un desayuno express con alguna apetecible compra y vuelta a la carretera; con siguiente parada en Carrion de los condes.
En el "santiaguino pueblo" doy una pequeña vuelta y con un ligero descanso me hecho un pote, para poner ya rumbo al hogar dulce hogar; al que sin prisa pero sin pausa llego a la hora de comer. 
Definitivamente doy por finitas una cortas vacaciones montañeras, otra vez mas explorando nuevos lugares y como siempre disfrutando  del gran vicio con buena gente... y ya pensando en el siguiente y las siguientes.










##DeL RìO##